domingo, 24 de junio de 2012

Los retratos de Nadar

Nadar había empezado practicando en su casa, utilizando su jardín como estudio y a sus amigos artistas e intelectuales como modelos. Se tomaba su tiempo para cada sesión. Cuidaba la iluminación. Como él mismo escribió, el "sentido de la luz" y "la apreciación artística de los efectos producidos por la variación y la combinación de las fuentes de luz" eran asuntos que no podían aprenderse en un cursillo rápido, sino que eran parte de sus dones de artista.

Por su estudio comenzó a desfilar la crema artística e intelectual parisina.
Todos ellos miembros de esa legión de amigos por quienes sentía una cercanía espiritual que para él fue la clave de lo que llamó "el parecido íntimo", que logró en sus fotos y que se distinguía de cualquier "reproducción plástica indiferente, banal y fortuita, al alcance de cualquier simple ayudante de laboratorio". Gisèle Freund advirtió que Nadar "fue el primero en redescubrir el rostro humano por medio del aparato fotográfico". Según esta escritora y fotógrafa Nadar representó la expresión esencial de la persona a través de su rostro sin retoques usar y ni elementos decorativos, como muebles o tapices. Sólo les pedía a sus modelos paciencia y que mantuvieran una expresión serena -en lugar de hacer las muecas teatrales que estaban en boga-. Lo que no podía pedirle a sus amigos era plata. Entonces ¿Dónde estaba el negocio? Detrás de su galería de bohemios célebres, había una estrategia comercial. Los artistas e intelectuales, ayer y hoy, han sido objeto de deseo y un medio de distinción social y Nadar vendía bohemia como cuchuflíes, a quienes estuvieran dispuestas a ser diferentes. Entre 1855 y 1860
Nadar vivió su esplendor. Le compró a su hermano su parte del estudio y amplió sus dependencias. En la fachada puso su firma alumbrada con gas y el negocio comenzó a llenarse de ciudadanos parisinos anhelantes de ser inmortalizados por el maestro de la bohemia. Cobraba cien francos por retrato pero esta clientela burguesa lo aburría y dejó el trabajo en manos de sus asistentes.


Edouard Manet

Eugene Delacroix
  
Giuseppe Verdi
Madame Nadar
Mistinguett
Ernestine Nadar (esposa)
   
Michail Bakunin


















 


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